Un mendigo analfabeto tiene poca libertad positiva aunque nadie le impida moverse, hablar o reunirse. Un sabio millonario tiene mucha libertad positiva porque tiene los conocimientos y recursos.
Como bien mencionas, es un lugar común definir la libertad como la capacidad del ser humano de obrar según su voluntad, esto es, como la ausencia de obstáculos (legales) —o, según la ideología de cada uno, la existencia de condiciones (materiales)— para satisfacer sus deseos. Como avanzas en el último párrafo, menos común es, sin embargo, la constatación de que el capitalismo o, más concretamente, la sociedad de consumo han operado una transformación radical de ese concepto: en una sociedad cuyo horizonte estructural viene marcado por la voracidad insaciable del consumo (de cosas, experiencias, personas, atención...), la libertad no sería ya el espacio del que dispone el deseo para su satisfacción, sino justamente lo contrario: la libertad sería el espacio que existiría entre el yo y el deseo, el espacio que le quedaría al yo frente al deseo.
Como bien mencionas, es un lugar común definir la libertad como la capacidad del ser humano de obrar según su voluntad, esto es, como la ausencia de obstáculos (legales) —o, según la ideología de cada uno, la existencia de condiciones (materiales)— para satisfacer sus deseos. Como avanzas en el último párrafo, menos común es, sin embargo, la constatación de que el capitalismo o, más concretamente, la sociedad de consumo han operado una transformación radical de ese concepto: en una sociedad cuyo horizonte estructural viene marcado por la voracidad insaciable del consumo (de cosas, experiencias, personas, atención...), la libertad no sería ya el espacio del que dispone el deseo para su satisfacción, sino justamente lo contrario: la libertad sería el espacio que existiría entre el yo y el deseo, el espacio que le quedaría al yo frente al deseo.